Bonito cascarón
La Palma de Oro del Festival de Cannes del año pasado fue para esta película de Terrence Malick, director de culto un tanto pesadito. También está nominada al Óscar a la Mejor Película. He leído que su narrativa (que tampoco es nada del otro jueves) no deja indiferente a nadie. A mí no me ha parecido una maravilla, pero tampoco es una mala película.
Leer acerca del concepto del Árbol de la Vida y su interpretación en las distintas mitologías me ha resultado apasionante. Parece ser que todos los seres vivos en nuestro planeta estarían conectados entre sí; pero la idea a su vez implica una conexión respecto a la evolución de todos esos organismos, planeta incluído. La importancia de la religión en la película de Malick es más que evidente; y su lectura del Árbol de la Vida, su mayor acierto, al situar la pequeña historia central dentro del contexto del nacimiento y muerte de nuestro universo. Por cierto, aquí os dejo una imagen de El Árbol de la Vida según un verdadero artista, Gustav Klimt.
Malick desarrolla un guión convencional rodeándolo de un aura de filosofía y trascendencia, tal vez demasiado petulante, aunque sin duda con imágenes poderosas. Las similitudes con la obra maestra de Kubrick 2001, Odisea del Espacio, son más que evidentes: por un lado, ese comienzo y ese final, que nos remiten al espacio, la creación del mundo y también su extinción, con esas imágenes mudas prácticamente abstractas, y la utilización de música clásica como telón de fondo. El nudo de ambas películas es una historia que transita pausada, con una calidad visual fuera de duda. Si Malick ha pretendido imitar a Kubrick (que ha copiado la narrativa es más que evidente), la cosa le ha salido sólo regular, puesto que Malick es bueno, pero Kubrick sólo hay uno.
Por otra parte, por intensidad y por la confusión en algunos momentos, también me recuerda al cine de David Lynch. Sin embargo, mientras que en éste no necesariamente encontramos una explicación (en ese surrealismo reside la fuerza de Lynch) en El Árbol de la Vida todo tiene una explicación y no demasiado rebuscada. Déja vú: si Malick ha pretendido imitar a David Lynch (que ha copiado la narrativa es más que evidente), la cosa le ha salido sólo regular, puesto que Malick es bueno, pero Lynch sólo hay uno.
Pero, dejándonos de comparaciones, los aciertos y los errores de la cinta van a partes iguales. Todos nos hemos hecho alguna vez preguntas: plasmarlas en celuloide, de una manera pretendidamente artificial, no nos hace más listos. Pero, al mismo tiempo, es bueno que el cine vaya un poco más allá de los de los tiroteos y del humor de trazo grueso, y si Brad Pitt sirve para llevar a las salas a un público no demasiado afín, mejor. Porque bien pudiera ser que no todo el mundo piense en lo relativa que es la existencia, o en esa lucha entre lo racional y lo carnal que tan bien encarnaba Robin Williams en la película del Barón Münchausen. Sólo quizás.
Pese (o gracias a) a su pedantería de formas, y su contenido pretencioso pero vacío, yo recomiendo a todo el mundo ver esta película. Y ya me contaréis.
Lo mejor: la estructura de la película y su fuerza visual.
Lo peor: la historia central tiene poco interés. Que sus imágenes a menudo resultan más abrumadoras que inspiradoras.
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Autopista hacia el cielo...
Bueno, muchas referencias (Kubrick, Lynch) para una película que llevo tiempo queriendo ver...
ResponderEliminarSaludos!