Mago y superviviente
El Ilusionista (no confundir con la película protagonizada por Edward Norton en 2006) se estrenaba el año pasado, llevando consigo todas las papeletas para no tener éxito, para no estar de moda. Justo ahora que tenemos encima el auge del 3D, Sylvain Chomet propone animación tradicional, en 2D, de fondos estáticos, sin persecuciones espaciales ni tiroteos. Ahora que las bandas sonorsa son una colección de clásicos de los setenta y noventa –a veces versionados, otras ni eso- se nos propone una música a piano, sencilla, intimista, casi inexistente, pero que pasea durante todo el metraje como un personaje más. Ahora, casi treinta años después de la muerte de Jacques Tati, se nos trae al cine una de sus historias nunca filmadas, una película sencilla y emotiva, cuando en los dibujos animados se nos acostumbra a los dragones, a los pandoras azulados y cursis, a las lluvias de albóndigas. Y, por si fuera poco, es una película sin diálogos.
Qué gran descubrimiento es El Ilusionista, una película deliciosa, fantástica. Su calidad técnica está muy por encima del Disney de los noventa, y eso ya es decir mucho. La animación de los personajes es perfecta, su expresividad ilimitada. Los fondos, en una paleta de sepias y grises muy acertada, son un canto de amor a Escocia y se alejan de los coloridos y chillones diseños de los Toy Story y compañía. La música es realmente soberbia. La historia rezuma cine clásico –buen cine- y, si bien necesita de la paciencia de un buen espectador –aquel que no necesita necesariamente que la función se anime a base de terremotos y crescendos de música baratos-, resulta conmovedora, arrebatadora en su amargura y en su esperanza.
Chomet nos lleva por la senda de los sueños de la infancia, perdidos al fin, representados no sólo en la niña protagonista, sino también en esos personajes de circo, todos ellos perdedores, todos ellos desencantados al comprobar que la realidad les ha vencido, que no hay lugar ya para la magia en el mundo del consumismo que es la sociedad de hoy. Sin caer en la sensiblería, pero con una sensibilidad envidiable, El Ilusionista es una película ciertamente imprescindible, inolvidable, una de las mejores películas de animación de la historia. Bravo.
Lo mejor: la calidad técnica, la música, sus personajes. Su gusto exquisito, en definitiva.
Adoro, pero lo que es ADORRAR CON MAYÚSCULAS Las tripplettes de Belleville. Veré esta peli sin falta. Ni me había enterado de su estreno.
ResponderEliminarYo sin embargo tengo pendiente las triplets, aunque por lo que he visto parece que es mucho más surrealista que el Ilusionista (que también tiene su punto caricaturesco claro).
ResponderEliminarMuy buena película no la he dedicado ningun blog todavia tal vez lo haga. Sabia de ella por otro blog, pero me alegro de que esta sea la primera película que comente en tu blog por que esta muy bien la película y recomiendo verla. Me encanta tu blog y me veras por aqui de vez en cuando saludos.
ResponderEliminarGracias Outsider, eres muy bienvenid@ por aquí. Saludos
ResponderEliminarLa vi con mi sobrino de 7 años y si la entendio, imaginate, se puso triste por lo que le pasa al final al señor respecto a la chica.
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