Mi problema con Scorsese
Nadie discute que Scorsese es uno de los directores americanos, ya clásicos todos ellos, que renovaron el cine allá por los años setenta (recordemos el famoso cuarteto completado con Spielberg, Coppola y Lucas, aunque un servidor excluiría a este último, añadiendo a Brian de Palma). Estos cuatro directores se aproximan a la violencia en el estilo de Sam Peckinpah, aunque lógicamente de maneras distintas: Coppola y Scorsese de forma más ambigua, De Palma y Spielberg de forma más heroica (o menos ambiciosa en general, con excepciones), pero todos ellos se sitúan a medio camino entre la glorificación y la crítica, entre el heroísmo y el terror puro. Tema interesantísimo, afirmo, para desarrollar en mi tesis (quizá algún día, cuando me decida a estudiar cine, hacerme vegetariano y vivir en Australia).
Taxi driver se edita ahora en Blu Ray en versión restaurada y limpita, pero sin añadidos ni montajes del director ni demás gaitas. Considerada una obra maestra, la película retrata el Nueva York de los setenta y en particular la noche y sus fantasmas. Manhattan hoy en día es otra cosa, pero por entonces, esa ciudad llena de basura –como dice el personaje de De Niro- tenía tanta fuerza que se convierte en un personaje más. Por la película circulan también Cybill Sheperd y una inolvidable Jodie Foster, aparte de un pequeño papel para el siempre reconocible Harvey Keitel. Buenos mimbres.
Pero, aún así, no me gusta Taxi Driver. No le negaré que sea una película formalmente correcta, pero el guión de Schrader me parece muy sobrevalorado. No comprendo a este Taxi Driver, no entiendo su giro hacia el suicidio: me parece precipitado y un tanto absurdo. No es verdad que la película no se posicione respecto a la violencia y a los hechos: se demuestra una simpatía constante por De Niro -sobre todo al final, por si no quedaba claro-, se glorifican las paredes cubiertas de sangre. No es verdad que Taxi Driver sea una película sobre el terror y la locura de su personaje psicótico: es una película sobre un héroe en un mundo de locos.
Es ese bamboleo entre el horror y el heroísmo el que, en mi opinión, Scorsese no controla (o no controla a mi gusto, será mejor decir). No me gustan Infiltrados, Uno de los Nuestros, Casino. Solamente en Gangs of New York, entendida como momento histórico, las batallas sangrientas y su glorificación tienen algo de sentido. Es el acercamiento de Coppola en El Padrino el que, a todas luces, resulta vencedor, y me quedo con ganas de comentar los Cohen y su Fargo o Muerte entre las Flores, o la postura tan exitosa de Eastwood en Sin Perdón y su personaje 50% corazón, 50% asesino, con su final brillante -con muchas similitudes con Taxi Driver, por cierto-. Scorsese no se ha acercado nunca a las cotas de todos ellos, o de Apocalypse Now o Salvar al Soldado Ryan, por citar algunos ejemplos más. Y la lista seguiría. Por eso siempre se quedará, en mi opinión, a las puertas del grupo de los más grandes.
Remato diciendo que la ambigüedad es imposible en la mirada del artista, por eso tal vez, el gusto por la tortura y el disparo a bocajarro de Mr. Scorsese nos revelaría a un artesano de la dirección traumatizado por un hecho violento, pero cuyas paranoias mentales resultan ser mucho menos estimulantes que las de, por ejemplo, David Lynch o, en otro orden de cosas, los cuadros de Francis Bacon o Salvador Dalí. No recomiendo a nadie que pierda el tiempo viendo Taxi Driver, aunque suene a blasfemia, aunque sea una película famosísima.
Lo mejor: esa primera cita que comienza y termina en un cine X. A eso le llamo yo ir al grano. En todo caso, gran escena.
Lo peor: el salto, para mí no bien expresado, de reprimido-mojigato a asesino-héroe, que parte la película en dos mitades bien distintas. Y la violencia del final, claro.
Anda que...
Me dejas de piedra, pero respeto tus gustos, faltaría más. Sólo decir una cosa: ese cambio de mojigato a héroe es todo un ejemplo (exagerado, claro, esto es cine) o una metáfora, de lo hirviendo que están las mentes en ciudades como esa, en veteranos de guerra, etc.; algunos revientan...
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias Ethan por tu comentario. En Apocalypse Now, por ejemplo, el personaje de Martin Sheen refleja mucho mejor ese torbellino dentro de su cabeza, a un paso de la locura, en esa escena que abre la película. A mí no me pareció que la guerra sea el causante de la locura de De Niro, sino más bien que fue otro escape más para su locura, que era anterior, de igual forma que conducir el taxi y pluriemplearse es un escape para su insomnio y sus paranoias. Da más bien impresión de ser un tipo reprimido ya antes de ir a Vietnam. Pero bien podría ser que yo no me haya enterado de nada :-) Un abrazo
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