26/2/10

Danny Glover no era tan malo

El Color Púrpura
Ahora que se acerca la entrega de los óscars, y por estas casualidades de la vida, me tropiezo con el record absoluto e histórico de nominaciones no premiadas. Nada menos que trece de trece, ni un sólo óscar para esta película soberbia de 1985, demostrando lo despistados que han estado siempre los de la Academia (que, como los árbitros de fútbol, compensaron la tarjeta que no habían sacado en faltas anteriores con el premio Irvine Thalberg en el 86, vamos, una total estupidez de premio de consolación para el director que seguramente estaba haciendo el mejor cine de esos años). Spielberg es capaz de arrancar interpretaciones memorables de actrices pésimas como Whoopi Goldberg u Oprah Winfrey, mientras que sigue trabajando cada escena con ese lenguaje que le caracteriza (picados, travellings, cámaras entre la multitud, planos asimétricos, montajes paralelos, en fin, una enciclopedia de lenguaje cinematográfico). Pese a dejar su sello en cada escena, lo más importante siguen siendo los personajes y sus emociones. En un final al estilo de ET, incluso amplificado, pero sobre todo en ese abrazo a ritmo de gospel dentro de la iglesia, residen las claves de un estilo de hacer cine que muy pocos pueden imitar con un mínimo éxito. El Color Púrpura, pese a considerarse su mayor fracaso, es un film adulto y emocionante de un autor en estado de gracia, con una fotografía prodigiosa y una música para el recuerdo. Al año siguiente, Spielberg entregaría El Imperio del Sol, otra película soberbia, fascinante, de las que sirven para acallar las críticas de los que sólo han visto Parque Jurásico de un plumazo.


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