La anunciada como "la comedia argentina del año" es en realidad un drama de tomo y lomo. Tomando como base la genial Sueños de un Seductor, de Woody Allen, asistimos al espectáculo de esta desgracia humana, un tipo feo y desastroso, con malas pulgas, que sigue los pasos típicos de una ruptura de pareja en la que uno de los dos es abandonado: depresión profunda, odio a la pareja y vuelta al mercado del ligoteo, si bien el final feliz no está asegurado en todas las ocasiones. Por el camino, el psicólogo le dice, como no podía ser de otra manera, que no se reboce en el drama y que la vida es mucho más que esa persona que falta (en unas escenas con bastante gracia, por cierto). Un tema universal pero bastante trillado, con algunos puntos de humor y canciones de Calamaro y Jorge Drexler (como si ello fuera un aliciente más que un motivo para no ver la cinta, pero bueno). En fin, te entretiene durante 100 minutos, el tipo te cae simpático, la chica es maja y uno comprueba que, más o menos, todos hemos pasado por lo mismo, lo que no deja de ser un cierto alivio. Ya lo dicen en mi tierra, mal de muchos...
Cuando lleve los bueyes
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No lo hago nunca, pero hoy me apetece parafrasear al señor que lleva a
pastar a los rumiantes (nótese la desafortunada metáfora), para hablar de
SMIL...
Hace 16 horas
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