7/12/09

Y sin embargo, se mueve

Ágora
1. La crítica
Ya en los descuentos, me voy al cine a ver Ágora en V.O., sin grandes esperanzas de ver una gran película, la verdad. Es cierto que hay buenos mimbres y buenas intenciones. Buenos mimbres son la dirección de Amenábar, que aunque peor que otras veces -tal vez por la dimensión, supuestamente épica, del film- sigue siendo deudora del estilo narrativo de Spielberg (y no olvidemos que previamente Don Alejandro realizó Mar Adentro, óscar incluído); y también la interpretación de Rachel Weisz, digna sin duda de un personaje más elaborado. Buenas intenciones son la crítica contra las religiones en general y la intolerancia, pasando por una historia que debe de sostenerse sin historia de amor de por medio, y en la que el descubrimiento científico juega un papel fundamental (una excepción en la época de los Messi y Ronaldo). Por lo demás, la película no funciona. No engancha, puesto que el hilo argumental no está claro. Los personajes son cambiantes, mal definidos (en especial ese ex-esclavo, que no terminamos de saber de qué parte está, pero tambien la misma Hypatia, el prefecto, el obispo bueno). Además, el cast de secundarios es bastante desacertado. Amenábar intenta emocionar (sin conseguirlo, claro) en la descripción geométrica de la figuras del círculo y la elipse, y nos repite una y otra vez las mismas formas en pantalla, como si del Anillo Único en las manos de Frodo se tratara. Por si fuera poco, y tratando de encontrar un sentido a toda la sucesión de acontecimientos deslabazados que nos propone, recurre una y otra vez a tomas de la Tierra vista desde el espacio, y a zooms extraídos directamente del Google Earth. La dirección artística es una de las peores que he visto últimamente: los decorados y las estatuas supuran artificialidad, así como algunos efectos especiales, en especial cuando el ordenador entra en juego. Frente a Mar Adentro, una película sólo de personajes, en esta otra, quizá para resaltar la supuesta espectacularidad, se deja hablar más a las piedras de las lapidaciones que a los protagonistas. Está claro que la película no funciona: es correcta y fría, pero, además, es una sucesión de dramas e injusticias; suficiente para llevar al público a las salas, sí, pero no lo suficiente para que salga contento.



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