21/11/11

Dos de Woody Allen

Un repaso a las últimas películas del director neoyorquino


Medianoche en París
Será difícil que Woody Allen nos regale otra obra maestra, ya que en esta última etapa suya, (desgraciadamente crepuscular salvo que inventen una píldora mágica en unos pocos años), Woody no tiene tiempo para sutilezas. En esta Medianoche en Paris falla lo de costumbre en los últimos diez o quince años: un cierto atropello, un sentido del ritmo no del todo engranado, y un protagonista que intenta hacer de Woody Allen y que no lo consigue (entre otras cosas, porque es imposible). Dicho esto, Mr. Allen tiene todavía muchos consejos que darnos (y bienvenidos que son, partiendo de alguien con su experiencia y con una aproximación a la vida tan particular) y tiene todavía muchas ganas de divertirse. Medianoche en París es, junto a Scoop y Si la Cosa Funciona, lo mejor y lo más divertido del maestro en estos últimos diez o quince años, haciendo de la falta de pretensiones y de su ligereza (a veces incluso intelectual) su mejor baza. Recomendable.
Lo mejor: su surrealismo y su fantasía.
Lo peor: la nariz de Owen Wilson. Y lo que va pegado a ella, claro.




Conocerás al hombre de tus sueños
La música y los primeros minutos de esta cinta engañan. Incluso en algunos websites de cine, la película se anuncia como una comedia, otra más de Allen, con un puñado de personajes urbanitas (esta vez en Londres). Las constantes de su cine siguen aquí, con las relaciones de pareja como eje principal, las infidelidades, los divorcios, y también el hombre maduro y su relación con una jovencita, el sinsentido de la vida y su injusticia, el carpe diem. Pero no, bajo la fachada ligera (sin ir más lejos el cartel se parece al de Love Actually, mucho más blandita) se esconde mucha rabia. Hay muy pocos momentos para sonreír en esta película. Allen golpea a sus personajes, idiotas y egoístas, a veces con sutileza y otras literalmente. Ninguno de ellos es tratado con cariño, salvo tal vez los más secundarios –pero no con intención, sino por el poco desarrollo de sus caracteres-.
El neoyorquino no está ya en sus mejores momentos, no hay duda, pero demuestra que todavía tiene dentro mucho cine. La línea entre la comedia y el drama es muy fina, finísima, y Allen la maneja aquí de manera asombrosa: parece que va a llegar el gag, pero al final de cada escena nos vamos quedando con una sensación amarga, más amarga si cabe porque esperábamos la risa. Uno podría pensar que el cine de Allen tiene siempre el mismo estilo, y que por eso cuenta los dramas como si fueran comedias (ayudado por la banda sonora clásica y socarrona a la que nos acostumbra). Yo pienso que un señor que ha hecho tantas películas (y dramas como Match Point sin ir más lejos) sabe perfectamente qué tono darle a la historia, así que su narrativa en este caso no es un error, sino un acierto rodado muy a propósito. Es cierto que no nos queda buen sabor de boca, tal vez porque, a veces, es como si viéramos nuestra propia vida en la pantalla, y claro, a quién le gusta eso.
Lo mejor: que el personaje más alucinado de todos sea finalmente, y en contraste con los demás, tratado con cariño. Brillante.
Lo peor: yo hubiera desarrollado más un par de personajes.


Componiendo escenas como el que no quiere la cosa...

1 comentario:

  1. muy buen post me a gustado mucho. saludos aunque me gusta mas el Woody Allen de sus inicios. un saludo.

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