1/9/09

Como en los buenos tiempos

Toma el dinero y corre
Mientras veo una de las comedias de Woody Allen siempre atravieso inevitablemente por dos momentos, uno, el del gag que siempre me hace reír (el de Un final made in Hollywood es buenísimo, nunca falla, seguro que sabéis cuál es), y otro, ése en el que parece que nos hemos pasado de frenada, que de puro absurdo ya no tiene gracia la cosa. Aún así prácticamente todas merecen la pena, pasa uno un buen rato. Qué os voy a descubrir a estas alturas de Woody Allen, un tipo que pasará a la historia por engañar a Mia Farrow con su hija adoptiva y encima casarse con ella. Esta afición a las jovencitas es un punto (otro más) en común con Chaplin, claro que los dos se casaron con ellas, como está mandado, cárcel de por medio o no. En fin, aquí tenemos otra peli de atracos a bancos pero radicalmente diferente a la de Johnny Depp del otro día; para empezar, porque dura 60 minutos menos, lo que es una buenísima noticia, no sólo porque nos ahorramos una ruidosa ensalada de tiros sino porque podemos emplear esos 60 minutos extra de vida que Woody nos regala para hacer la colada o dormir un poco (si al menos en la de Michael Mann no hubiera tantos tiros, yo también hubiera podido echar una cabezadita...). Total, que las diferencias son evidentes, una es corta y la otra interminable, una es comedia y la otra es ¿drama romántico con toques de thriller y película de acción? y, en resumen, una es muy buena y la otra no tanto, y es que no se necesita mucho dinero ni actores estrella para hacer una buena película (o así era antes, al menos), basta con un guión ingenioso y un poquito de buena voluntad. Si el cine dejara de ser solamente una máquina desalmada de hacer dinero, estoy seguro de que películas como ésta, o Sueños de un Seductor (que es una de mis favoritas con Woody Allen actor y guionista, divertidisima) o cualquiera de la primera época de Allen serían exitazos. Pero ya es tarde para eso, sólo nos queda tirar de DVD y disfrutar con las peripecias del Sr. Ninguno, el hombre que escogió fugarse con una pistola de jabón el único día que llovió en Arizona.

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