Acabo de ver en las noticias que el Festival de Venecia comienza hoy. Van a proyectarse 880 películas en 11 días, así que tirando de calculadora mental -que anda ya tocada, la pobre- tenemos (aproximadamente) 1.700 horas de cine (a razón de dos horas de media por película) para ver en unas 250 horas, todo éso sin dormir y sin comer claro. Mucho parece. Por mucho que le guste a uno el vicio (el vicio cinéfilo claro, el otro nos gusta a todos) se me antoja esta historia como comerse seis kilos de lentejas de golpe, que aunque sean tu plato favorito, pues como que no puede ser y ya está. A mí me pusieron "Tiempos modernos" en la escuela y, como era una obligación, me aburrió muchísimo, pero cuando la he visto por amor al arte me lo pasé como un enano. Total, duro oficio el de crítico de cine, claro que te puedes dormir a mitad de la proyección con todo el derecho, no como los demás, que nos sentimos culpables cuando caemos en los brazos de morfeo en mitad de Piratas del Caribe. Al final, que mucha alfombra roja con chicas muy monas, y mucho famoso y un cielo muy azul y todo eso, pero yo quería aquí hablar de Maria Gracia Cucinotta, con ese apellido tan sugerente y esas formas... y es que era la presentadora del festival, con ese escote y esas, bueno, esa belleza natural rebosando por todos los poros de su piel, que imagino suavísima, cálida y aterciopelada bajo mis caricias... Sí, tan encantadora belleza me ha recordado que a mí me gusta mucho el cine, pero que tendría que haber abierto un blog, ejem, bueno, de ésos.
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