This Is It

El Testamento de MJ

Michael Jackson es uno de esos personajes atormentados de la cultura popular que, como Marilyn Monroe, James Dean o, en menor escala, Kurt Kobain o Amy Winehouse, nos dejaron antes de tiempo, en medio de una estela de conmoción y sorpresa y llantos de los fans. Jackson arrastraba además una dualidad héroe-villano que pocas, o seguramente ninguna otra estrella ha padecido. Acusado de pederasta y de padre envilecido y descuidado, fue víctima de todos los rumores posibles: que si era gay, que si sus hijos no eran suyos, que si había renunciado a ser negro, que si se le había caído la nariz, que si estaba siendo explotado por una secta o la mafia, que si era un extraterrestre (como decían en Men in Black), que si un drogadicto, un manirroto, un depresivo, un loco. Cierto que todas estas acusaciones tenían mucho de verdad, pero también es cierto que nos encanta hacer leña del árbol caído y menospreciar a aquellos a los que un día, no demasiado lejano, teníamos en un pedestal.

En la parte positiva, como decían en los créditos del Un, Dos, Tres, tendríamos a un niño prodigio, víctima de abusos, que sobrevivió como pudo a un padre explotador y violento, y al torbellino de la fama. Creador de un estilo inigualable, era aún mejor bailarín que cantante, y su repertorio incluye una buena docena de canciones magníficas, que le hacen merecedor sin duda del apodo de Rey del Pop. En sus últimos años, fuera esa una postura sincera o simplemente una máscara para vender más discos, había hecho campaña por la ecología y contra el hambre: no está de más añadir buenas intenciones a los repertorios de la música actual, bastante vacíos y monótonos.

This Is It es un documental recomendable para fans del artista y curiosos en general, que recupera escenas de los ensayos para la gira de conciertos que MJ tenia planeada. La historia que rodea a la muerte del cantante nunca será aclarada, pero impacta su figura durante los ensayos: su fragilidad sobre todo, pero también su faceta más humana, la que se puede entrever tras el personaje construido, el divo de la música pop, a duras penas asomando tras la máscara deformada que tantas operaciones de cirugía estética dejaron detrás. El chaparrón de temas ya clásicos es apabullante, como lo es lo que se puede entrever de la escenografía. Todo un espectáculo que no llegó a estrenarse, aunque dudo mucho que Jackson estuviera en condiciones de terminar la gira sin suspender al menos la mitad de las funciones. Tal vez, simplemente, el estudio de una nueva combinación de fármacos para aliviarle de sus dolores (imaginaos tanta cirugía en un cuerpo esquelético) sin provocar somnolencia, fuera la causa de su muerte, sin más conspiraciones ni teorías secretistas de por medio.

El documental no sigue un hilo argumental, y puede llegar a hacerse pesado, pero transmite sobre todo la frustración de un proyecto sesgado (también económicamente claro, pero sobre todo por los esfuerzos del equipo técnico, y los bailarines, músicos y cantantes a los que imagino genuinamente ilusionados por debutar al lado de la estrella). El mundo es un poco más pequeño desde que MJ no está, para lo bueno y para lo malo, aunque, cuántos malos hay ahí fuera que nunca han hecho nada bueno.

Lo mejor: el repertorio de canciones inagotables. Smooth Criminal es mi favorita.

Lo peor: quizá demasiado aséptico.