9/1/11

Rebelión a bordo

Celda 211
Hace diez o quince años el cine español era menospreciado y denostado por una gran mayoría (seguramente, no les faltaba razón). La llegada de directores como Alejandro Amenábar o Julio Medem, coincidiendo con la etapa más madura de Almodóvar o taquillazos como Torrente, Rec o El Orfanato han invertido esa tendencia, y, en general, durante estos últimos años, el cine español tiende a ser sobrevalorado, y películas como Los Otros, El Laberinto del Fauno o Camino, fuera del orgullo patrio, no llegan ni de lejos a la categoría de las obras del cine americano (que no sólo tiene presupuesto, sino también, innegablemente, talento).
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De Celda 211, que es una buena película, se han dicho ya muchas cosas buenas, además de haber ganado ocho premios Goya. Aunque no es para tanto. Monzón imprime ritmo en un thriller duro, amargo, con interpretaciones sublimes (me gustó más Resines que Tósar, por cierto) y atmósfera realista y asfixiante. La primera escena, con ese preso que se corta las venas, ya deja claro que la película no será plato fácil, y que la intención será dejarnos pegados a la butaca. Al estilo de Takeshi Kitano, escenas un poco almibaradas, en flash back, contrastan con la crudeza de la cinta.
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En mi opinión esa violencia es el punto débil de la película (y también la precipitación en algunos momentos, víctima de ese ritmo frenético, que deja algunos puntos algo confusos). Pero de qué otra manera puede contarse la historia de esos amotinados con tan mala uva. Me quedo con otras cintas del cine carcelario, de La Leyenda del Indomable a Cadena Perpetua, pasando por El Hombre de Alcatraz, mucho más amables y con un visionado mucho más satisfactorio. Claro que obras maestras no hay tantas.

Lo mejor: los actores, muy inspirados, y la vibrante dirección.
Lo peor: algunos cabos sueltos o solucionados con precipitación. Que no es una película para todos los públicos.

 
Vaya "piezas"...

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