6/7/10

Utopías disparatadas (o no)

Metropia
La Barbican de Londres programó hace ya algún tiempo un ciclo de cine de animación (género del que soy forofo, pese a que algunas veces cae en lo tontorrón y en el infantilismo). Entre lo mejorcito que se exhibió se encuentra Metropia, una película europea que llevó cuatro años de desarrollo, y que parte de una premisa de lo más extraño para desembocar en el disparate más absoluto. Dentro de unos años, nos cuenta, se habrá terminado el petróleo. Europa no ha superado la crisis económica actual: las casas se caen a pedazos, todo es gris y está roto, todo el mundo es pobre y amargado y vive en pisos de ocho metros cuadrados. Como alternativa a los aviones (que, de momento, vuelan con queroseno, para los despistados) se creará una especie de metro (de ahí viene el título de Metropia) cuyas paradas serán las ciudades europeas más importantes (porque el metro, de momento, se mueve con electricidad, para los despistados). Así que los sufridos habitantes de esta Europa no tan futurista se mueven de la estación de Paris a la de San Petersburgo en cuestión de minutos. El resto no puedo desvelarlo, porque no haríais mal en dedicarle un rato a esta película si tenéis la ocasión. La cinta nos ofrece un futuro lóbrego: la paleta de colores es gris cenicenta, pero no blanco y negro: se ve que alguien le bajó la saturación a los fotogramas con el photoshop. Los personajes tienen un diseño parecido a los superdeformers del manga japonés o a algunos personajes de South Park: cabeza desproporcionada con una captura de movimiento revolucionaria, lo que les da un aspecto completamente real pero perturbador. El resto es una intriga con poca fuerza, decepcionante, del estilo de 1984 y otras historias sobre un futuro apocalíptico, pero interesante pese a todo. En realidad esas historias se quedan cortas, y simplifican, como si fuera una explicación para niños (casi religiosa) la verdadera realidad, el verdadero control al estilo del Gran Hermano que, de tan sutil y perfecto, nos pasa desapercibido. Sí, es mejor envolver a la sociedad en una fantasía, la de que trabajan para ganar un sueldo y poderse comprar el último i-phone. Es mejor que estén entretenidos con esas cosas, no sea que nos aburramos, nos de por pensar en los mil millones de personas que se mueren de hambre en el mundo y nos de por montar una revolución. Eso sería muy desagradable, sobre todo para los de siempre... En fin. Vivir dentro del Gran Hermano no está tan mal después de todo, y total, si no vamos a cambiar el mundo, mejor ir al cine y dejarse llevar, ¿no?
 

¿Es o no Tippi Hedren?

2 comentarios:

  1. Esta la tengo pendiente. ya está en mi poder pero no la he visto aún.
    Ya le contaré cuando la vea.
    Un saludo
    P.D.: Ah, y creo que es mejor luchar hasta el final. Aunque sea solo.

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  2. Me congratula comprobar que reacciona ante mi comentario de sumisión al Gran Hermano, mi admirado Crowley. Seguro que muchos pensaban que lo de estarse calladito lo decía en serio. Gracias y saludos.

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