2/6/10

La Columna de Corto

Won in translation
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"What's in a name? That which we call a rose

By any other name would smell as sweet."

(Romeo and Juliet)
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Dar un nombre apropiado a las cosas es importante, porque en el nombre de algo, si está bien puesto, se concentra la esencia de lo nombrado. Hace poco uno veía una película en la que casi todo (guión, interpretaciones, factura) estaba bien; sin embargo, el título, “El secreto de sus ojos”, a uno se le antoja flojo, sensiblero, como de telefilme para la sobremesa de un domingo de agosto (el símil no es mío).

En esa película el que la ha bautizado es culpable a carta cabal, porque la ha titulado en castellano y con todas las letras. Pero a veces los títulos sufren extrañas mutaciones. Esto ocurre cuando son traducidos de una lengua a otra. A vuelapluma, uno distinguiría tres escuelas en la larga historia de la traducción titular (valga el neologismo).

La primera escuela es la que busca la literalidad absoluta. Uno diría que la mayoría de los traductores siguen este camino. Recurriendo a los clásicos: “Citizen Kane” es “Ciudadano Kane”; “The Godfather” es “El Padrino”; “Unforgiven” es “Sin perdón”; así de simple, directo, claro. Al pan, pan y al vino, vino.

La segunda línea de traducción deriva de la primera, y es algo menos talibán en la aplicación del principio de fidelidad al original, porque admite cambiar pequeños matices en el proceso, matices a veces importantes, porque añaden connotaciones no presentes en el original. También considera admisible cambios por razón de la sonoridad del resultado final; por ejemplo, “Paths of glory” es “Senderos de gloria”, y no “Caminos de gloria”, quizá por la eufonía de la primera opción, poco fiel, sin embargo, al original inglés. Menos explicable es por qué “The man who would be king” pasa a “El hombre que pudo reinar” y no a “El hombre que sería rey”. “The quiet American” fue traducido (primero como novela y luego como filme) como “El americano impasible”, que es poco literal pero mucho más sonoro que “El americano callado” o “el americano tranquilo”; al contrario que el anterior, “The quiet man”, en España es “El hombre tranquilo”, aunque al parecer en Argentina fue “El hombre quieto”, en inquietante (valga la redundancia) error de traducción.

La tercera escuela es la que cambia radicalmente el título original, bien porque éste es intraducible al castellano (verbigracia, “North by Northwest, cuya dificultad para ser traducido justifica el brillante “Con la Muerte en los Talones”), o bien porque, simplemente, el traductor se sintió creativo. Hay ejemplos notables: “The lost weekend”, el dramático retrato de un alcohólico que realizó Billy Wilder al comienzo de su carrera, pasa a “Días sin huella”, que no tiene que ver con el nombre original, ni con la trama ni, aparentemente, con nada de la película, pero que suena extraordinariamente bien. Sin embargo, los dos ejemplos más grandes de esta escuela, a mi juicio, son “The searchers”, título escueto, descriptivo y realista que, en un alarde de metáfora aplicada a la traducción se torna en “Centauros del desierto”; y “High noon”, que pasa al brillante “Solo ante el peligro”, elevado ya a locución usada habitualmente por el vulgo -que somos nosotros-, en algunos casos sin saber su origen. Esta es la mayor gloria de un título cinematográfico: aparecer en boca de gente que ni siquiera ha visto la película.
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Hace ya bastante tiempo que apareció una escuela alternativa, y es la que, directamente, no traduce el título. “Apocalypse Now”, “Pulp Fiction”, “Heat”, “Ocean’s Eleven”. Uno piensa que, por mucho que la generalidad del personal haya estudiado inglés en el colegio y que haya ocasiones en que la traducción sea prácticamente imposible, esta línea de no-traducción es solamente ejemplo de desidia y falta de creatividad. ¿Para cuándo un regreso a esos títulos literariamente hermosos, sorprendentes, totalmente inventados y que incluso mejoran el original?

27.05.10

Nota de Rafa V: "Con Faldas y a lo Loco": un título de la tercera escuela con el que dan ganas de asesinar al ingenioso artífice...

2 comentarios:

  1. Muy interesante el tema y el artículo. Como te veo benevolente con la “tercera escuela” voy a poner algunos ejemplos más, en plan abogado del diablo, de títulos que, a mi juicio, merecen el castigo y el escarnio público de su responsable. Porque, ¿a quién se le ocurrió traducir Hangover como Resacón en las Vegas?
    Meet Dave como Atrapado en un Pirado?
    Sideways como Entre Copas?
    Daylight como Pánico en el túnel?
    The Shawshank Redemption como Cadena Perpetua?
    Evidentemente, ante tamaños despropósitos, uno prefiere mil veces respetar el título en inglés… (y, ¿qué puñetas es un centauro del desierto…?)
    Gracias como siempre por el Cortículo

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  2. Otros ejemplos:
    "Alguien voló sobre el nido del cuco" se llamó en sudamerica "Atrapado sin salida"; "El buscavidas" fue "El audaz"; "Chicago, año 3O" es "La rosa del hampa";"Encadenados" fue "Tuyo es mi corazón" y "Sonrisas y lagrimas" sería "La novicia rebelde".

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