Que salga el Sol por donde sea

Amanece que no es poco

Si hay una película de culto en el cine español (más allá de Bilbao de Bigas Luna, o La Ley del Deseo de Almodóvar) es esta colección de gags de José Luis Cuerda. ¡Supongo que me respetarás, eh Teodoro!, ¿Pero qué guarradas está Usted pensando, padre? ¡Déjate, déjate, que un hombre en la cama siempre es un hombre en la cama! Lo cierto es que la etiqueta de película de culto, aparte de inexacta, es peligrosa, porque en muchas ocasiones dicho término encierra telefilms de pesadilla o rodados con dos duros pero encima malos, como El Mariachi o Reservoir Dogs. ¡Alcalde, nosotros somos contingentes, pero tú eres necesario! En todo caso, uno no puede acercarse a Amanece que no es poco como lo haría a una cinta convencional, puesto que la historia es inexistente, y la idea es tan simple como recoger la estructura de sketches de las películas de Monty Python y fragmentarlos en escenas de apenas un minuto, entremezcladas, pero manteniendo el estilo surrealista e hilarante.¡De orden del Señor Alcalde, se hace saber, que Dios es uno, y trino! Éso sí, situar el escenario en un pueblo de la España profunda, y con un reparto de secundarios apabullante (mi favorito es Saza) le hace ganar muchos enteros. Nunca había visto a nadie morirse tan bien; ¡qué irse!, ¡qué apagarse! La película, sí, es cierto, es una tontería, es políticamente incorrecta (racismo, violencia de género, en fin, tiene de todo para no obtener una subvención del Ministerio) y quizá esté sobrevalorada por algunos (hay quien repite algunas escenas como mantras); pero deja en el recuerdo un puñado de ocurrencias y unos cuantos momentos divertidos, lo que viene a ser bastante más de lo que muchas cintas nos ofrecen hoy en día. ¡Alcalde, queremos que la chavala sea comunal! Por cierto que, aunque las historias se alternen y muchas veces sin mucho sentido, la película se entiende bastante mejor que esta crítica.